Crónicas Biográficas / Alguien que por favor le traduzca
Trabajar para una marca de lujo global hotelera fue un reto que durante 3 años estuvo día a día en mi vida (en serio, fines de semana y vacaciones) Nunca me imaginé que tendría la oportunidad de hacer la identidad de un complejo hotelero: logo, colores, tipografías, papelería general y de habitaciones, señalización de entradas y pasos, logos, menús, piezas para 5 restaurantes diferentes y visuales (logo y personajes) de la zona infantil de una propiedad de 1.400 k2. Todo empezó en el 2015 cuando un conocido arquitecto colombiano que trabajaba para la marca en México, me recomendó para hacer la identidad del restaurante que él diseñaba y que por esos días estaba en la etapa de construcción. Cuando Raúl me llamó me hizo una sola pregunta:
-¿Sabes hablar inglés? Y yo que había estado estudiando en casa con un profesor particular unos seis meses en ese momento me sentí totalmente bilingüe y respondí un seguro y firme: OFF COURSE DARLING. Quiero comentarles que nada en el mundo los ha preparado para entender el inglés canadiense hablado por una máquina que te dice los pasos a seguir para entrar en la llamada de la reunión. Ni mil horas de conversación con un humano te servirán para que tu oído se afine a esa voz artificial que además tiene de fondo la interferencia propia de la transmisión de datos por internet. Eso sumado a los nervios de tener una reunión (telefónica) en dónde estarían 5 personas en 5 partes diferentes del mundo. La directora de mercadeo del hotel (Canadá) el representante del grupo de inversión (México) el director de piezas del hotel (Miami) el asesor de restauración del proyecto (Chicago) y Raúl y yo (Bogotá) cada uno con un acento particular, diferente y por supuesto intendible de ese idioma que yo hablaba de maravilla. Lo que Raúl ha debido preguntarme era:
-¿Sabes escuchar inglés? Y tal vez, solo tal vez, mi ego se habría hecho a un ladito para responder: SO, SO…
La reunión empezó. Todos hablaron respetando su turno en una solemnidad tan miedosa, bella y necesaria como un HARAKIRI Samurai. Yo entendía, digamos, un 50% de lo que decían y en esa y en otras llamadas yo me limitaba a decir 3 cosas: algunos PERFECT, ocasionales OK y muchos YES. Estas personas deberían pensar que yo era la diseñadora más amable, respetuosa y dispuesta a realizar todos sus deseos. Me moría de nervios en cada llamada, sin contar con que un par de veces me tocó entrar a las conferencias de voz fuera del estudio, sin el computador, porque me había equivocado de zona horaria. ¿Sabían ustedes que Estados Unidos está dividido en 4 zonas horarias diferentes? ¿Sabían que EST es la abreviatura para Eastern Standar Time? ¿Sabían que EST time abarca los estados de la costa Atlántica y parte de Ohio? Yo no. Recapitulé rápidamente las clases de geografía que habían explicado esto de los husos horarios, y me acordé que no le había puesto mucha atención. Los dibujos (infografías) siempre me encantaban y era de las mejores presentando las tareas visuales. Ahora, entender y sobre todo poner esa información en mi vida diaria: ¡jamás! Resulta que el mundo está dividido desde 1884 en 24 líneas imaginarias que de alguna manera nos ayudan a ponernos de acuerdo cuándo empieza y termina el día según la rotación de la tierra respecto al sol. Esto empezó en 1870 cuando el ingeniero de ferrocarriles Sir Sandford Fleming planteó esta revolucionaria idea para poder organizar un incipiente pero imparable mundo global. Finalmente en La “Conferencia del Meridiano” 27 países aprobaron este sistema horario mundial, en dónde España y Londres dieron la pelea para ser el meridiano 0. No hace falta que les mencione quién ganó, pero tal vez si hubiera sido la tierra flamenca, yo no hubiera llegado tarde a esas reuniones en que claramente me daba cuenta que no estaba tan preparada cómo creía para el manejo de una marca con magnitud de 24 meridianos. Sin embargo, nunca desistía y trabajaba sin parar para que los diseños (y ese idioma si que sabía hablarlo) estuvieran impecables, sin errores y con un nivel sorprendente que hacían de traductor emocional hacia mi naciente muy buen inglés. Cada día tenía por lo menos una comunicación escrita con ellos. Esta parte era un poco más fácil porque podías con tiempo buscar las palabras adecuadas, mirar en el traductor si el texto quedaba bien y confirmar la ortografía en un diccionario. Entonces, poco a poco, fui mejorando la fluidez al escribir, conociendo palabras y expresiones nuevas propias del oficio de diseño y aprendí la importancia y la diferencia de SEND – SENT y RESEND. (enviar, enviado y vuelto a enviar) Este verbo, por supuesto es uno de los más usados en los correos.
Todo estaba bien hasta que llegó el restaurante del millón de dólares. Este lugar estaría ubicado al lado de la playa y era el proyecto estrella de la restauración del hotel. Presenté unas cuatro propuestas preliminares y ninguna les gustó. Me enviaron (send) un boceto a lápiz de lo que querían, yo lo digitalicé y lo envíe (sent) y me respondieron que no les gustaba y que debía enviar de nuevo otra propuesta (resend) En este momento ya no había tiempo de seguir jugando con los diferentes tiempos de conjugación del verbo, así que llamaron a una reunión extraordinaria con la directora de comunicaciones de la marca global en Canadá, la directora de comunicaciones de la marca en Miami y el director de comunicaciones del Hotel en Nevis y llamaron a Raúl, mi amigo, el arquitecto que me había recomendado para el trabajo para que supervisara lo que estaba pasando. La situación era extremadamente difícil para mí, pero sabía que quería terminar este proyecto de buenas migas, ese era el objetivo. La llamada comenzó y la directora empezó a decirme en inglés frases muy fuertes sobre mi trabajo. Para mi asombro, esta vez yo entendía todo perfectamente, captaba cada palabra, cada acento, cada tono y cada insulto. Había sido entrenada durante tres años en duras pistas bajo climas indomables y la carrera final era esta reunión. Recordaba a mi entrenador de volleyball que me decía “hay que entrenar tan duro para que el partido parezca un juego” y así fue. Cuando la directora de comunicaciones desde Canadá terminó, pidió que alguien tuviera la cortesía de traducirme lo que había dicho, yo le contesté en mi ahora muy buen inglés, que no hacía falta, que yo había entendido perfectamente que lo que quería era una nueva propuesta, más sofisticada y que sin problema se la mandaría (will send) el lunes (la llamada era un viernes) Un silencio profundo se apoderó de la reunión durante unos segundos, los suficientes para llenar los pulmones con un nuevo aire y seguir. Nos despedimos cortésmente. Recibí dos llamadas inmediatamente. La primera de Tania, la encargada en Miami, dándome ánimo y la segunda de Raúl, quien me preguntaba: ¿Estás bien? yo le contesté, -Si Raúl, estoy bien, esta no es la primera vez que me pasa esto, pero sí la primera que me pasa en inglés.
El lunes presenté tres nuevas propuestas que trabajé con mucha dedicación el fin de semana. Les gustaron las tres. Eligieron una y me felicitaron por mi actitud. La directora de comunicaciones en Canadá dejó de trabajar para la marca unas semanas después y yo seguí con el proyecto de la identidad para la parte de niños del hotel.